sábado, 30 de octubre de 2010

SIEMPRE ESTARÁS... SIEMPRE ESTAREMOS


Caminar en la Plaza de Mayo, bajo la lluvia, cuando uno está repleto de tristeza es una sensación reparadora, las vistas de la plaza, con la Casa Rosada en medio del horizonte, con la Pirámide de Mayo que la parte en dos, los pañuelos de las Madres alrededor marcando esa ronda que le gana cotidianamente  a la muerte y a la impunidad,  es algo que puedo ver todos los días sin cansarme.

Pero si dentro de esa Casa hay una Presidenta que uno elige y quiere, que respeta intelectualmente, que encuentra respuestas a las cosas que siempre nos dijeron que era imposible cambiar, que logra endurecerse hasta el temor de sus adversarios, pero nunca pierde la ternura, digo, si alguien así ocupa la Casa Rosada, lo bueno de la vista se hace definitivamene mejor, porque va junto con las cosas que piensa la cabeza.

Y si la plaza está cubierta de banderas argentinas, con trapos que agradecen y piden fuerza, con inscripciones de todos los barrios de mi provincia y de todas las provincias de mi país; si del comienzo de la plaza a la Casa Rosada me encuentro con miles de argentinos que soportan sueño, viento y lluvia para despedir al "compañero Presidente", que se miran y se abrazan sin conocerse, que lloran y consuelan al vecino; que de vez en vez se les apaga el silencio y rompen en un canto contra la traición o por el futuro, lo que ya era muy bueno  se hace insuperable.

Por eso es quizas que hoy, ahí estábamos todos, para darle las últimas lágrimas a Néstor en su presencia, y para ratificarle a Cristina que cada vez que nos necesite, sólo tiene que darnos un señal y ahí estaremos, en la Plaza de las Madres, gritando a viva voz nuestras verdades, recordando lo que no queremos volver a vivir y apostando a convertir en realidad los sueños "imposibles".

Lo más importante, es que en las caras de los compañeros que lloraban al Flaco, no había gestos de declamación, en esos rostros se podía leer con certeza que el dolor no estaba solo, sino que lo acompañaba la decisión firme y comprometida de volver, una y otra vez, cuando aquellos que nunca entendieron (y hoy tampco) quieran intetar recuperar sus lugares de privilegio y volver a nominar a algún gerente para que lleve la Presidencia de nuestro país.

Allí estábamos todos, como ayer, como el miércoles, estaban los trajes, los jeans, las remeras rotas y los harapos, abrazados con un sólo objetivo, regalarle a Néstor esa última sonrisa rara de caras desfiguradas por el llanto, gritarle bien fuerte GRACIAS  y, mostrarle, principalmente, que como él nos pidió, la vamos a cuidar a Cristina, prque es nuestra Presidenta, porque la queremos, la necesitamos y no vamos a retroceder un ápice en todas las conquistas conseguidas como pueblo, como laburantes, como personas y como animales políticos, que una inmensa mayoría esta viendo nacer, desde aquel día que asumiste, Néstor, y lo primero que hiciste fue abrazarte con los anónimos, con nosotros, con el Pueblo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario